¿Por qué Júpiter no tiene anillos como Saturno?

2022-09-17 06:26:39 By : Ms. yin li

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Ío, Europa, Ganímedes y Calisto no están dispuestas a que a Júpiter le salgan anillos.

Júpiter y Saturno se parecen entre sí como un padre y un hijo. De hecho, según la mitología romana Saturno era literalmente el devorador padre de Júpiter, aunque ya veremos que la fama goyesca de Saturno devorando a sus hijos igual debería ser al contrario. Ambos son los primeros planetas exteriores, gigantes gaseosos formados principalmente por hidrógeno y helio; ambos son los planetas más grandes del Sistema Solar; ambos tienen numerosas lunas y ambos se encuentran entre los objetivos de la próxima década de misiones espaciales. ¿Podría haber vida en Encélado, la luna helada de Saturno? ¿Podría haber vida en Europa, la luna oceánica de Júpiter? En ambos casos nos hacemos preguntas similares. ¿Qué diferencia a simple vista a Júpiter y a Saturno? Los anillos. Obvio, sí, pero a ver quién es el listo que explica el motivo.

Siendo el planeta más antiguo y más grande de nuestro sistema solar (1.321 veces el volumen de la Tierra), la masa de Júpiter debería atraer muchos más cuerpos celestes. Así lo piensa el astrofísico de la UCR Stephen Kane, que no tiene inconveniente en confesar que siempre le ha “preocupado por qué Júpiter no tenía anillos aún más grandes que avergonzaran a los de Saturno”. Serían incluso más brillantes, pues Júpiter está más cerca de la Tierra. Segun sus cálculos, así es como se debería verse Júpiter:

Sin embargo el mayor planeta vecino tiene que conformarse con un ridículo sistema de anillos que no se descubrieron hasta el paso de la sonda Voyager 1 en 1979. Hace millones de años el Sol también tuvo anillos pero los perdió. ¿Es posible que le hubiera pasado algo parecido a Júpiter? Esta clase de preguntas ha llevado a Stephen R. Kane y a Zhexing Li ha realixar una investigación cuyos resultados acaban de publicarse en Planetary Astrophysics con las respuesta: la culpa de que Júpiter no sea como en la foto es de sus lunas.

Kane y Li descubrieron que las lunas principales de Júpiter “devoran” todo cuerpo celeste dispuesto a orbitar alrededor de su planeta anfitrión. Para que luego digan de Saturno. Se tratan de las lunas galileanas, conocidas así porque fueron descubiertas por Galileo Galilei: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto. Hablamos de lunas gigantes, incluida la más grande del sistema solar. Lunas como Ganímedes, más grande que un planeta pequeño como Mercurio. Kane concluye que no solo “destruirían muy rápidamente cualquier anillo grande que pudiera formarse” sino que hacen “poco probable que Júpiter tuviera grandes anillos en algún momento de su pasado”.

Para llegar a esta conclusión los investigadores realizaron una simulación informática dinámica de las órbitas de estas cuatro lunas y del propio planeta, así como de la información que tenemos sobre la formación de los anillos. Así descubrieron que la atracción gravitacional de las lunas es lo suficientemente fuerte como para afectar a la órbita de los fragmentos de hielo que suelen formar los anillos a la manera de Saturno, bien expulsándolo fuera de la influencia gravitacional del planeta o haciéndolo chocar y ser absorbidos por las propias lunas. Las lunas de Júpiter, devorando sus anillos.

"Los planetas masivos forman lunas masivas”, concluye Kane. Y esto “les impide tener anillos sustanciales".