Diario HOY | Cuáles son las razones por las que no se deben reutilizar las botellas de plástico

2022-05-30 09:04:39 By : Mr. Dai songhui

Las personas pueden estar expuestas a disruptores endocrinos a través del consumo de alimentos y bebidas.

Pese a que fueron pensadas para un solo uso, la mayoría de las personas las rellena y utiliza en más de una ocasión. Qué es el bisfenol-A y por qué su consumo es dañino para la salud

La recomendación de tomar agua y los beneficios que el consumo de, al menos dos, litros diarios traen a la salud está más internalizada en la población que hace unos años.

Sin embargo, y pese a que las botellas de agua de plástico se describen como descartables y de un solo uso, muchos eligen rellenarlas y usarlas en más de una oportunidad.

Precisamente en el afán de tener agua “a mano” y no distraer el consumo de este líquido esencial, lo que desconocen es que al reutilizar los envases podrían, más que beneficiar su salud, por el contrario perjudicarla.

Ocurre que estas botellas pueden desprender productos químicos cuando se usan repetidamente o, por ejemplo, si se dejan al sol.

El calor ayuda a descomponer los enlaces químicos en los plásticos, y esos químicos pueden transferirse al agua.

Además, el almacenamiento de agua embotellada durante un período prolongado podría, en algunos casos, presentar riesgos potenciales para la salud debido a que muchas botellas de agua todavía contienen el conocido químico bisfenol-A (BPA), erradicado ya de juguetes y demás productos de uso infantil, precisamente por ser nocivo para la salud.

En ese sentido, el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental (NIEHS, por sus siglas en inglés) de los EEUU estableció que “el BPA puede interferir con las hormonas del cuerpo”, al actuar como lo que se conoce en medicina por disruptores endocrinos.

De hecho, por esa causa, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos “ha dicho que el BPA es seguro en niveles bajos, pero ha prohibido la sustancia química en los envases de fórmula, biberones y vasitos para sorber”, según publicó la revista Muy Interesante.

Las personas pueden estar expuestas a disruptores endocrinos a través del consumo de alimentos y bebidas, la aplicación de pesticidas, el uso de cosméticos, y por el hecho de calentar envases de plástico en el microondas, entre otras causas.

Al respecto, un reciente estudio realizado por la Universidad Estatal de Nueva York en Fredonia halló que más del 90% del agua embotellada más popular del mundo contiene microplásticos.

Los científicos descubrieron que “casi todos estaban contaminados hasta cierto punto” con microplásticos, incluidos nailon, tereftalato de polietileno (PET), polipropileno y poliestireno.

Muchas sustancias químicas, tanto naturales como artificiales, pueden limitar o interferir con las hormonas del cuerpo.

Entre ellas, los químicos presentes en los envases plásticos están relacionados con problemas de desarrollo, pubertad precoz, dificultades reproductivas, trastornos cerebrales, inmunológicos, etc.

Según explican los especialistas, el contacto de estos químicos con el organismo humano puede ocurrir a través de la dieta, el aire, la piel y el agua.

De hecho, existe evidencia acerca de su presencia en algunas botellas y recipientes de plástico, revestimientos de latas de metal para alimentos, detergentes, alimentos, juguetes, cosméticos y pesticidas.

Y si bien las personas suelen estar expuestas a múltiples disruptores endocrinos al mismo tiempo, y es difícil evaluar los efectos en la salud pública, se sabe que incluso las dosis bajas de estas sustancias químicas disruptoras endocrinas pueden ser peligrosas.

Entre los disruptores endocrinos más comunes encontramos dos que están presentes en las botellas o envases para alimentos, el primero es el BPA, que se utiliza para fabricar plásticos de policarbonato y resinas epoxi, que se encuentran en muchos productos de plástico, incluidos los recipientes para almacenar alimentos.

El segundo son los ftalatos, utilizados para hacer que los plásticos sean más flexibles, también se encuentran en algunos envases de alimentos, cosméticos, juguetes para niños y dispositivos médicos.

Sobre éstos, la médica endocrinóloga pediatra Romina de la Puente (MN 130557) explicó a Infobae que “se trata de sustancias que una vez ingeridas o en contacto con el cuerpo se transforman en hormonas y simulan su acción o bien bloquean procesos hormonales”.

Algunos hábitos de la vida cotidiana, pueden influir en el adelantamiento de la pubertad. Y en ese sentido, la especialista del Hospital General de Niños Pedro de Elizalde citó algunos a modo de ejemplo: “La reutilización de botellas de plástico, material que libera una sustancia llamada bisfenol A (BPA) que actúa como disruptor endocrino”.

En la misma línea, citó el uso de microondas con recipientes plásticos genera igual efecto, así como el uso en niños de cremas y perfumes que no sean infantiles.

Sobre el sistema endocrino y su funcionamiento

El funcionamiento endocrino normal del cuerpo implica cambios muy pequeños en los niveles hormonales, pero se sabe que incluso estos pequeños cambios pueden causar efectos biológicos y de desarrollo significativos.

Esta observación lleva a los científicos a pensar que la exposición a sustancias químicas disruptoras endocrinas, incluso en cantidades bajas, puede alterar los sistemas sensibles del cuerpo y provocar problemas de salud.

NIEHS participó en el desarrollo de una declaración de consenso en 2019 sobre las características clave de los químicos disruptores endocrinos, que proporciona un marco para ayudar a los científicos a evaluar posibles disruptores endocrinos.

La investigación apoyada por el NIEHS descubrió vínculos entre las sustancias químicas disruptoras endocrinas y las formas en que se puede dañar el bienestar, entre los que destacan el desorden hiperactivo y déficit de atención (TDAH).

El estudio muestra los efectos del Covid en el cerebro.

La doctora Serena Spudich, catedrática de neurología Gilbert H. Glaser en la Universidad de Yale (Estados Unidos), ha publicado un artículo en la revista científica 'Science' en el que analiza cómo los efectos del coronavirus en el cerebro pueden producir COVID-19 persistente.

Puede que la COVID-19 sea principalmente una enfermedad respiratoria, pero su alcance se extiende mucho más allá de los pulmones. Desde el inicio de la pandemia, los neurólogos han visto claramente que la enfermedad puede afectar incluso a nuestro órgano más preciado: el cerebro.

Las complicaciones neurológicas y psiquiátricas de la COVID-19 son increíblemente diversas y a veces persisten mucho después de que los pacientes se recuperen de sus infecciones iniciales. El estudio de los mecanismos que subyacen a estas complicaciones es una necesidad urgente para ayudar a quienes luchan contra los síntomas persistentes

“Muchos pacientes están desesperados por volver a su vida normal, y es muy frustrante para ellos que carezcamos de terapias específicas para sus afecciones. Hasta que no entendamos la fisiopatología, no podremos orientar adecuadamente su tratamiento”, reflexiona la investigadora.

Un aspecto del virus que ha sorprendido mucho a Spudich es la heterogeneidad de los síntomas que provoca. Incluso en los casos leves, la COVID-19 puede causar confusión, delirio, somnolencia, mala función cognitiva, intensos dolores de cabeza y molestas sensaciones en la piel. En los casos más graves, los pacientes han sufrido complicaciones tan graves como accidentes cerebrovasculares.

Aunque los investigadores se centraron inicialmente en las complicaciones durante la fase aguda de la enfermedad, a medida que la pandemia avanzaba pronto se dieron cuenta de que muchas de estas complicaciones podían ser duraderas.

“Ahora hay muchos, muchos casos de personas que tienen síntomas persistentes durante meses. A esto se le llama COVID-19 persistente. A menudo, han tenido una resolución completa de sus fiebres y problemas respiratorios, pero siguen teniendo problemas de pensamiento, concentración, memoria o dificultades con sensaciones extrañas y dolores de cabeza”, dice Spudich.

Al principio de la pandemia, a los investigadores les preocupaba que los síntomas neurológicos pudieran atribuirse a que el SARS-CoV-2 pudiera invadir y replicarse en las células cerebrales y dañar directamente el cerebro. Sin embargo, la gran mayoría de las pruebas actuales revelan que no es así.

“En nuestro artículo, acumulamos las pruebas que se han investigado sistemáticamente y resumimos cómo se ve afectado el cerebro durante la COVID-19 aguda. Descubrimos que la mayoría de las investigaciones apuntan a una lesión mediada por el sistema inmunitario, en lugar de que el virus entre realmente en el cerebro y mate las células allí”, apunta Spudich.

Los investigadores pueden buscar la presencia de patógenos en el sistema nervioso mediante el estudio del líquido cefalorraquídeo (LCR), el líquido que rodea el cerebro y la columna vertebral. De los muchos estudios que se han realizado en todo el mundo, muy pocos han detectado restos de SARS-CoV-2 en el LCR. Además, los estudios de autopsia (que a veces pueden detectar fragmentos virales en el cerebro) tampoco han encontrado partículas remanentes.

Sin embargo, incluso en ausencia de un virus replicante, la COVID-19 puede contribuir a los cambios inmunológicos. En concreto, los estudios han apuntado a un aumento de los marcadores de activación inmunitaria e inflamación en el LCR y el cerebro que puede ser la base de los síntomas. Por ejemplo, las células inmunitarias liberan ciertas proteínas para combatir la infección, pero éstas también pueden tener efectos no deseados que interfieren en la función neurológica.

“Creemos que en algunas personas que contraen COVID-19 y sufren síntomas neurológicos, el sistema inmunitario está provocando cambios en el sistema nervioso que acaban haciéndolos sintomáticos”, explica la investigadora.

Además, los científicos creen que algunos síntomas pueden estar causados por la autoinmunidad, en la que el sistema inmunitario se activa para combatir un patógeno entrante, pero reconoce por error las propias células del cuerpo como objetivos. “En estos casos, el sistema inmunitario se equivoca y ataca a sus propias células cerebrales o nerviosas periféricas, provocando consecuencias neurológicas o psiquiátricas”, detalla Spudich.

La persistencia de los problemas tras la desaparición de la infección aguda en los pacientes es un fenómeno aún más desconcertante. Dado que la presentación de la COVID-19 persistente es muy heterogénea y que las pruebas clínicas a las que se someten los pacientes suelen ser normales, es una enfermedad especialmente difícil de estudiar.

La COVID-19 persistente puede ser el resultado de una neuroinflamación persistente desencadenada durante la infección aguda, o de otro tipo de cambios relacionados con la autoinmunidad. Sin embargo, en la actualidad se carece de pruebas claras que respalden cualquiera de las dos hipótesis. Dado que se presenta de formas muy diversas, será necesario que muchos especialistas diferentes trabajen juntos para comprender su fisiopatología.

Para muchos enfermos de COVID-19 persistente, su condición puede perjudicar su capacidad de trabajo y reducir significativamente su calidad de vida. El número de personas que han solicitado la baja laboral debido a esta enfermedad es “asombroso”, afirma la investigadora, por lo que es esencial seguir investigando para ayudar a las personas a recuperar su vida.

Por ejemplo, si la investigación descubre que el exceso de inflamación o un ataque autoinmune en el cerebro es el culpable de ciertos síntomas neurológicos a largo plazo, esto ayudaría a los científicos a desarrollar terapias más específicas.

Spudich también cree que es necesario seguir investigando para entender si tener COVID-19 persistente predispone a los individuos a tener más problemas en el futuro. Faltan datos, por ejemplo, sobre si los pacientes tienen más riesgo de desarrollar demencia u otras consecuencias neurológicas.

Mediante la observación de las diferentes células y proteínas que rodean el cerebro y que pueden medirse en el LCR, estos investigadores están estudiando cómo funcionan de forma diferente en las personas que tienen COVID-19 persistente en comparación con las que no desarrollaron complicaciones posteriores.

También están utilizando imágenes de resonancia magnética para estudiar las diferencias estructurales y funcionales del cerebro entre estos grupos. Spudich espera que su trabajo no sólo proporcione respuestas a quienes luchan contra los efectos de la COVID-19, sino que también arroje luz sobre otras infecciones víricas poco conocidas, como la enfermedad de Lyme.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó a principios del mes de abril, la suspensión temporal   a través de las agencias de adquisiciones de la ONU. Así mismo, recomendó que los países que usan la vacuna tomen las medidas apropiadas.

Por Fabiola Román Maldonado, PhD en Biología

La decisión tomada por la OMS resultó luego de una inspección realizada en las instalaciones de Bharat Biotech (compañía responsable de la fabricación de la vacuna) donde notaron la necesidad de realizar mejoras en los procesos y las instalaciones para así abordar las deficiencias identificadas en las buenas prácticas de fabricación (GMP).

Bharat Biotech, se ha comprometido a resolver las deficiencias observadas por la OMS en relación a las buenas prácticas de fabricación. La compañía está desarrollando un plan de acción correctivo y preventivo para presentarlo, tanto a la agencia reguladora de medicamentos de la India (DCGI) como la OMS. La empresa ha indicado que suspenderá la producción de Covaxin para la exportación mientras tanto se resuelva este inconveniente.

Es muy importante resaltar que el hecho de que la OMS haya suspendido la vacuna Covaxin, no significa que la vacuna no es efectiva o que existan problemas de seguridad. Según la OMS, la evaluación de riesgos hasta la fecha no indica cambios en la relación riesgo-beneficio. Los datos, disponibles para la OMS, indican que la vacuna es efectiva y no existen problemas de seguridad. El problema que ha llamado la atención de la OMS es la necesidad de mejorar sus buenas prácticas de laboratorio a la hora de fabricar la vacuna, lo que podría desencadenar un problema en la fabricación si no se resolviera.

Esto es un excelente indicador de que las evaluaciones y verificaciones siguen siendo realizadas por la OMS constantemente y de manera cautelosa. En vez de causarnos preocupación, este actuar de la OMS nos debe dar tranquilidad ya que, están pendientes de que el producto sea de excelente calidad.

Por otro lado, la buena noticia de Covaxin es que ha recibido la aprobación de emergencia por parte del regulador de medicamentos de la India, (DCGI) de la vacuna para los niños menores de 12 años. Esto viene en el momento justo en que la India tiene un pequeño aumento en el número de casos.

El hecho de que hayan aprobado el uso de emergencia, no significa que dicho país comenzará inmediatamente a vacunar a niños menores de 12 años. Eso solo puede comenzar una vez que el Grupo Asesor Técnico Nacional sobre Inmunización dé una señal verde.

Sobre la vacunación de niños de 6 a 12 años, se ha solicitado a la empresa que presente datos de seguridad, incluidos los de eventos adversos, con el debido análisis cada 15 días durante los dos primeros meses, y mensualmente a partir de entonces y durante cinco meses.

Resultados de Sputnik contra Ómicron

Un estudio realizado por investigadores del instituto italiano Spallanzani junto con investigadores del Centro Gamaleya (Rusia), muestra que la vacuna Sputnik V demuestra una alta protección contra la variante ómicron, 2 veces más que 2 dosis de la vacuna de Pfizer. El estudio, que se realizó en condiciones controladas de laboratorio, demuestra que Sputnik V induce una fuerte respuesta de anticuerpos contra Ómicron, que está asociada con altos niveles de protección.

Una de las razones por las cuales se supone que Sputnik provoca protección más fuerte contra Ómicron es debido a su tecnología heteróloga; es decir, la utilización de componentes de vacuna diferentes en la primera y la segunda dosis.

Recordemos que Sputnik utiliza una tecnología de vector viral, igual que las vacunas de AstraZeneca y Johnson&Johnson. A diferencia de la vacuna de AstraZeneca, que utiliza al mismo vector en ambas dosis, Sputnik utiliza dos vectores diferentes, uno en cada dosis.

Aunque los resultados de este estudio deben ser tomados con cautela, pues fue realizado in vitro en el laboratorio, no con pacientes, no deja de ser una muy buena señal en favor de la vacuna Sputnik y su utilización contra Ómicron.

Spaceweather.com / Dr. Sebastian Voltmer

Para tomar la instantánea, el astrofotógrafo alemán Sebastian Voltmer se instaló en un lugar de la isla española de La Palma "con la mejor perspectiva hacia el noroeste".

Fuente: RT en español

El astrofotógrafo alemán Sebastian Voltmer logró capturar una imagen de Mercurio junto con una cola que se asemeja a las de los cometas, aunque es de naturaleza diferente. El origen de esta huella es el viento solar y los micrometeoritos que liberan los átomos de sodio de la superficie del planeta y se alejan hacia el espacio, pintando una larga cola brillante.

“Esto NO es un cometa, sino el #planeta #Mercurio”, tuiteó este miércoles Voltmer. “El viento solar sopla átomos de sodio desde la superficie de Mercurio hacia el #espacio. Esto crea una #cola […] ¿Les interesa ver mi equipo para esta imagen?”, escribió.

This is NOT a comet but the #planet #Mercury which can currently be found very close to the #Pleiades at dusk. The solar wind blows sodium atoms from Mercury's surface into #space. This creates a #tail around 2.5 million kilometers long! Curious to see my gear for this shot? 🙂 pic.twitter.com/21f2O5dBUp

— Dr. Sebastian Voltmer (@SeVoSpace) April 28, 2022

Para captar la instantánea, explicó que se instaló en un lugar “con la mejor perspectiva hacia el noroeste” en la isla española de La Palma, en Canarias, y aprovechando la cercanía de Mercurio a las Pléyades, pudo fotografiar la cola amarillo-anaranjada a través de un filtro especial de 589 nm.

La existencia de una huella de sodio en Mercurio fue predicha en los años 1980, aunque no se logró detectar hasta dos décadas más tarde. Posteriormente, los astrónomos pudieron estudiar el fenómeno con más profundidad observando el planeta con la sonda espacial MESSENGER de la NASA. Actualmente, se estima que la longitud de esta cola es de alrededor de 2,5 millones de kilómetros.

Avda. Mariscal López 2948 casi McArthur. Asunción, Paraguay

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